Así pues, nada más salir el sol me dirigí a Villanorte para recibir las enseñanzas de la luz en su abadía.
El camino estaba despejado y nadie se interpuso en mi paseo. Cuando llegué a las puertas de las catedral había un guardia esperándome:
[Guardia]:> Las cosas están muy mal por aquí últimamente.
[Guardia]:> El mandar tantos combatientes lejos de casa ha dejado nuestras defensas un poco debilitadas
[Arnoediad]:> Dime, puedo ayudaros en algo?
[Guardia]:> La verdad que sí, necesitamos cualquier luchador que quiera defender su tierra, habla con mi superior, está en la entrada de la Abadía
Subí las escaleras de la Abadía, abrí el portón y ahí estaba el alguacil McBride, sentado en un banco rezando una oración. En cuanto se puso en pie me acerqué a él:
[McBride]:> Vienes de parte del guardia de fuera? Otro voluntario supongo, estupendo
[McBride]:> Nuestras tierras se ven amenazadas y las tropas han sido enviadas a la frontera, por eso no tenemos protección en el interior.
[McBride]:> Espero que vengas con ganas, pues será una campaña larga.
[Arnoediad]:> Haré lo que pueda por proteger mi tierra.
[McBride]:> El enemigo está a nuestras puertas ya. Un grupo de kobolds se ha asentado en el bosque del norte, dentro de nuestro valle.
[McBride]:> Es necesario que los elimines, pues matan al ganado de los alrededores y se quedan con las mercancías de los comerciantes que aún osan pasar cerca.
Salí de la abadía y me encontré con el mismo guardia de antes. Parecía contento de que me hubiera unido a la defensa del valle. Me comentó que había un tal Eagan que estaba buscando alguien que le pudiera hacer un encargo, así que me dirigí hacia el norte. Pero antes de que hubiera dejado atrás la abadía escuché una voz...
[Voz]:> chst, chst!
[Arnoediad]:> ???
[Voz]:> Acércate, tengo algo que pedirte
[Arnoediad]:> Podría saber su nombre, buen hombre?
[Eagan]:> Soy Eagan Desollapelambres, y tengo un encargo que hacerte. Cada vez los lobos están rondando mas cerca de nuestro ganado, incluso alguna res ha muerto en las últimas semanas...necesito que caces algunos lobos para que el resto de la manada se repliegue.
[Eagan]:> Esos bichos son más listos de lo que podrías pensar.
[Eagan]:> Cuando los mates traeme su carne, pues es muy sabrosa guisada.
Caminé hacia el Norte por el camino durante 15 minutos hasta llegar a la entrada del bosque. Nada más llegar me encontré a una mujer luchando con un kobold. Ví que estaba débil así que la lancé mi hechizo de sanación para que pudiera seguir luchando. En cuanto vio que sus heridas y fuerza se recuperaban dio muerte al kobold y desapareció entre los árboles.
No me hizo falta adentrarme demasiado para encontrar tanto a los kobolds como a los lobos.
Los primeros los encontré en un claro a la derecha de la entrada al bosque, y los segundos entre los árboles de la linde del bosque.
Empecé a acercarme a los lobos uno a uno para estar en igualdad numérica. Con mi fusta conseguía atontarlos un poco antes de que se acercaran demasiado. Cuando llegaban cerca de mí estaban lo suficientemente débiles como para rematarles con un mazazo.
No me di cuenta y enseguida empezó a anochecer, por lo que volví a la abadía a dormir para seguir el día siguiente temprano.
Había conseguido de los lobos unos cuantos colmillos y garras, algo de pelo y carne para el guisado (aunque no suficiente). Además encontré tirados entre matorrales una capa, un escudo y unos pantalones de cuero. Probablemente fueran los restos de alguien que habría perecido entre los colmillos de los lobos.
