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martes, 14 de abril de 2009

Fuerza y honor

Fuerza y Honor de Krohenen

Una espada herrumbrosa pasó cortando el aire hasta chocar contra el hacha de Helgum que desvió el ataque del soldado reanimado. El chamán imbuyó su otro arma con la energía del fuego y descargó tal golpe en la criatura que seccionó la columna vertebral que asomaba bajo la cota de mallas, dividiendo al ser en dos y consumiéndolo en llamas.

-Seguid avanzando, hijos de la Horda. ¡Fuerza y honor!- gritó el comandante orco Borug mientras liberaba su espada del pecho de un soldado nerubian.

-¡Fuerza y honor!- secundó el resto del ejercito al unísono.

Helgum derribó de un golpe de viento a otro soldado y con una arremetida de sus dos hachas destrozó el cráneo de otro. Cuando no encontró ningún enemigo a su alcance se detuvo y contempló el campo de batalla. Los guerreros de la Horda barrían las huestes del Rey Lich como si de una marea imparable se tratasen, deteniendo el avance del enemigo y haciéndolos retroceder a las fosas desde donde habían aparecido. A su espalda, la fortaleza de Garrosh se alzaba en mitad de la Tundra Boreal, bastión impenetrable de la Horda e icono de la Ofensiva Grito de Guerra. Desde que las huestes de Thrall se habían asentado en Rasganorte, una miríada de ejércitos no-muertos atacaban el asentamiento día tras día, plantando duro asedio a los expedicionarios. Aquel día, el comandante Borug había movilizado sus tropas al área circundante a la fortaleza ya que los exploradores informaron de varios túneles excavados por nerubians para desplazar la hueste enemiga al centro mismo de la fortaleza.

-¡No te parez colega, el zoldado que no lucha dezperdicia zu mojo!- le ladró a su lado un cazador trol mientras disparaba flechas a diestro y siniestro mientras su mascota, un raptor de enorme tamaño destrozaba a un sacerdote nerubian.

El chaman tauren aferró con más fuerza sus hachas duales y alzó por los aires a un necrófago que se había intentado abalanzar sobre él. El caos del combate y el frenesí salvaje que corría por sus venas no le permitieron darse cuenta que varios soldados esqueléticos estaban cerrando el paso y rodeándole, por lo que cuando estuvieron lo suficientemente cerca de Helgum por lo que no le quedó mas remedio a éste que entrar en consonancia con los poderes de la tierra y con un simple gesto de su mano creó varias grietas de las que comenzó a brotar lava. Los guerreros cayeron al suelo presa del magma ardiente, agonizando silenciosamente; luego, el chaman apuntó hacia la lava con una de sus armas y controló el poder elemental en un torrente y lo lanzó contra tres bestias que atacaban a la mascota infernal de un brujo. El no-muerto agachó su cabeza en gesto de agradecimiento y luego lanzó a su criatura contra el ejercito. Helgum se preguntaba como podían distinguir a aquellos seres de los que les atacaban.

Cuando el campo de batalla estuvo sembrado de cadáveres tanto de un bando como de otro y el acero dejó de chocar contra el acero, los soldados de la Horda se desplazaron por entre los caídos buscando a sus heridos y rematando a los moribundos. Helgum, por su parte, se dedicaba a buscar compañeros malheridos y sanarles con sus poderes naturales, aunque pocos se habían salvado de los poderes de la Plaga. Seguía sin comprender como aquellos seres de ultratumba podían volver a levantarse, y no deseaba conocer cuales eran los propósitos de aquellos poderes oscuros que los controlaban. Dudaba que pudiesen encontrar la paz del descanso eterno y le resultó irónico que aquellos seres no-muertos pudiesen volver a estar muertos de nuevo.

-Soldados, escuchar. Se que esta orden no os va a gustar lo más mínimo pero vamos a adentrarnos en esos túneles y vamos a hacerlos volar por los aires. Al que no le guste la idea que se vuelva a la fortaleza con el rabo entre las piernas.- el comandante aguardó y cuando contempló satisfecho que nadie se había movido les condujo a la explanada donde estaba la entrada a las galerías. Decidió que tendría que dividir sus fuerza y fue formando grupos.- A ese túnel de ahí iréis tú,-y señaló a un mago elfo de sangre- tú,- un guerrero orco- tú,- una picara no-muerta- tú,- el cazador trol- y tú- el cuál era Helgum.

Cuando el mago conjuró un orbe de llamas pudieron iluminar el camino, estaba infestado de telarañas y líquidos viscosos y el suelo sembrado de pequeños escarabajos y otros insectos que huían ante la luz. El elfo estaba asqueado ante aquel lugar aunque la no-muerta lo estaba de tener que ir avanzando con tanta luz, estaba seguro que aquella mujer estaría más feliz desplazándose entre las sombras.

-Ezte túnel huele a muerte, ¿tu también lo huelez, verdad muchacho?- dijo mientras rascaba la quijada a su bestia descomunal que miraba al fondo del túnel con cautela.

-Tenemos suerte de que este pasadizo sea bastante grande, si nos intentasen emboscar sería bastante difícil plantar cara en un sitio más reducido.- comentó el orco aferrando aún más su maza, la cual no había limpiado de sangre e icor tras la batalla.

Nada más decir aquello un temblor sacudió el lugar y tras él la pared del lado derecho se derrumbó, vomitando un enjambre de nerubians de todos los tamaños. Al grito de batalla del orco, todos cargaron contra las bestias al unísono. Mientras el cazador lanzaba flechas desde su retaguardia intentando disparar a los objetivos más grandes entre los que se contaban un par de enormes guerreros nerubian armados con lanzas, el guerrero lanzaba arremetidas salvajes contra los soldados rasos que se desplazaban por el techo y las paredes. Helgum y el mago, hombro con hombro, lanzaban sendas descargas de fuego y eléctricas, sembrando la destrucción entre las filas arácnidas; la picara por su parte, aprovechando la confusión, degollaba a tantas victimas como podía con una sutileza mortal a la par que elegante. Cada segundo era vital y aunque los soldados de la Horda provocaban grandes bajas no dejaban de aparecer más y más del bando nerubian. La mascota del cazador acabó cayendo bajo el hechizo devastador de un visir nerubian, por lo que el trol entró en una rabia incontenible, desenfundó su machete y se sumergió en la marea de arañas propinando cortes a cualquiera desdichado que se le interpusiese. Cuando los siervos del Rey Lich consiguieron aproximarse hacia el chamán y el mago, el primero desenfundó sus dos armas mientras el elfo decidía retroceder para recargar sus energías arcanas. Las hachas de Helgum danzaban en el aire despedazando patas, cráneos de múltiples ojos y mientras el chaman liberaba su ira elemental; al final él y el guerrero juntaron espaldas para contener a los enemigos que se abalanzaban sobre ellos. Con un segundo temblor, un señor de la cripta irrumpió en la escena arrollando a la pícara y ensartando con una de sus garras al guerrero, que aun desfalleciendo en las garras de la bestia consiguió propinar un último golpe que impactó en el rostro de la criatura, privándola de un par de ojos y enfureciéndola. Helgum, que ya estaba encomendando su alma a los dioses, se cargó con toda la energía aerostática de su alrededor y convocó un estallido de relámpagos que derrumbó a la bestia entre siniestros chillidos guturales, aunque para su horror esta volvió a levantarse. El chamán se sobresaltó cuando una mano tocó su hombro, era el elfo de sangre.

-Lárgate de aquí, voy a derrumbar este túnel de perdición junto con este engendro. Espero que esto me haga recordar como un héroe.- dijo mientras sonreía y le apartaba.

Helgum intentó detenerle, pero la pícara se interpuso y le cogió de una mano, obligándole a correr tan rápido como le permitían sus pezuñas. Cuando echó la vista atrás el señor de la cripta se abalanzaba sobre el elfo y esté estalló en un torrente de llamas carmesí, haciendo que el techo de la galería se derrumbase y comenzase a caer todo el túnel en pedazos. Por fin, tras mucho correr alcanzaron la salida, cayendo derribados justo cuando la entrada se desmoronaba. Helgum ayudó a la no-muerta a levantarse y dirigió su vista hacia la fortaleza. Todos los días perdían vidas decenas de soldados, todos eran héroes, pero sabían que aquello que hacían y por lo que luchaban era por el bien común, por su vida, por sus compañeros, por la Horda.

1 comentario:

elfosmancos dijo...

Muy buena la historia, la segunda vez la he leido con la canción Lux Aeterna de fondo y ha sido epico!
Saludos