Si tienes alguna pregunta o sugerencia envíala a muertadenuevo@gmail.com.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Ya hay un ganador!

Tras una ardua tarea por parte del jurado ya tenemos relato ganador.
La cosa ha estado complicada y de hecho han habido varios candidatos por cada Juez, pero al final ha quedado así la cosa:

3º puesto .- El Wendigo de Greystone
2º puesto .- Pesadillas en Karazhan de Krohenen
1º puesto y ganador del concurso del primer año del blog .- Martillos en Durotar de Tikitakaa

Enhorabuena a Tikitakaa y también a los demás participantes, pues hay historias de todo tipo y realmente buenas.
Sin mas dilación paso a dejar aquí el relato ganador. Posteriormente iré posteando más historias que hayamos recibido. De hecho, si cualquiera le apetece escribir algo es bienvenido a hacerlo y mandarlo a muertadenuevo@gmail.com para su publicación.



Martillos en Durotar por Tikitakaa

Gorek caminaba cabizbajo a la derecha de su tío Kronk, se había pasado la tarde tirando piedras al Martillo de guerra que se alzaba en una de las Tumbas de su poblado, sabía que todos los adultos sentían respeto por esa tumba aún sabiendo que era de un enano, esto empezó a rondar la cabeza del joven Orco desde hacía unas semanas, cuando una partida de aliados atacaron una caravana de alimentos de su poblado y todos los guerreros salieron en su busca haciendo referencia a ellos como "sucios humanos", "detestables enanos" y todo tipo de insultos.

El día estaba llegando a su fin y al final del camino ya se vislumbraba la casa de su tío Kronk se tornaba rojiza por el color que tomaba el sol en esa época del año.

-Pasa zagal, y siéntate a la mesa- Dijo escuetamente el anciano pero enorme Orco. La melena y la barba hacía ya muchos años que se habían tornado blancas, pero aún así todos los guerreros sentían un gran respeto por él. Sacó de la alacena un trozo de bizcocho y un odre de leche fresca, agarrando dos grandes jarras de madera algo ajadas por los años y acercándose con ellos a la mesa

Gorek le miraba entre asustado y obediente, sentía un gran afecto por su tío y sabía que lo que estaba haciendo no estaba bien visto por los adultos, esto a él no le importaba, lo que no pensaba es que el que fuese a encontrarle cometiendo dicha falta fuese su tío.

-Toma algo de leche, estarás hambriento...- Gorek movió la cabeza afirmativamente

- Zólo era la tumba de un zuzio enano tío, no ze por que oz enfadaiz tanto, zon nueztros enemigoz!!-

Kronk pareció no inmutarse del intento de su sobrino por justificar sus actos, tras sentarse, y servirse gran cantidad de la leche le miró fijamente a los ojos y le habló tranquila y profundamente.

- Hace unos 20 años como bien sabes, tu padre y yo nos fuimos en busca de aventuras y riquezas por todo Azeroth, éramos unos jóvenes intrépidos ávidos de emociones fuertes, y no habíamos conocido la guerra más que por las noticias que nos traían algunos viajeros del norte. Tras un tiempo recorriendo los pueblos de la horda decidimos adentrarnos en los reinos neutrales, en busca de aventuras que realmente nos diesen honor y oro no como las minucias que encontrábamos en las zonas menos belicosas del continente. En nuestro caminmo hacia el frío norte atravesando Astranaar nos cruzamos con una caravana de unos 6 miembros de todas las razas, humanos, enanos, trolls, y todos ellos parecían estar a las órdenes de un, enorme para su raza, enano de barba cobriza, que nos ofreció trabajo como sus empleados en lo que el llamaba "su empresa de búsqueda y reventa de objetos poco habituales", si, lo has adivinado nos convertimos en "caza-tesosros".

Durante los primeros meses apenas tuvimos mayor trabajo que viajar de un lado a otro confiando en viejos planos que Ertrig conseguía de viejos buhoneros o rateros de toda clase en las grandes ciudades o en las posadas de los cruces de caminos, (es increíble la cantidad de información de toda clase que puedes recopilar en dichas posadas) hasta que llegamos a las montañas grises, que tantas veces habíamos rodeado, esta vez Ertrig nos instó a subir por un escarpado camino que se dirigía al mismo corazón de las montañas.

Recogimos nuestros petates y mantuvimos un paso firme hasta que el terreno dejó de permitírnoslo, dejamos a las monturas y el carro amarrados a un árbol cercano al camino en una explanada que Ertrig parecía conocer, aunque juraba y perjuraba que dicho lugar sólo lo había visto en sus sueños. Tu padre eran un gran imitador y nos hacía reír a todos con sus imitaciones de Ertrig y Börgull el cocinero, un cascarrabias y obeso humano con la fuerza de un buey, que no paraba de quejarse por todo, aun así había demostrado al igual que todos que no tenía igual en la batalla y fuera de ella en el oficio que se le había encomendado como a cada uno del grupo. Y ese día fué él quien con sus ocurrencias nos hacía reír hasta que Ertrig nos detuvo delante de una gran roca.

- Esta es la entrada, así que intentad mover esa roca o picadla, me da igual, pero antes del anochecer quiero ver el hueco que queda tras ella- Su tono era firme y seco. Eso hizo que nuestras risas parasen en seco, no era la primera vez que nuestro trabajo acababa en un muro sin salida, pero nos pusimos a ello, encontrásemos o no una entrada secreta al final de la semana recibíamos nuestro jornal.

Fue Dagas, una pícara no muerta, la que gracias a su tremenda agilidad trepó hasta la parte alta de la roca en apenas un salto y vislumbró lo que parecía una oquedad en la pared. Nuestro animo y sobre todo el de Ertrig se elevó y decidimos cortar un árbol joven cercano para hacer palanca a la vez que Börgull con la pala cavaba un profundo agujero justo al pie de la roca para ayudar a la piedra a moverse.

Una vez hubo caído la piedra descubrimos una abertura del tamaño de un humano que daba acceso a un túnel oscuro y húmedo. Entramos con las antorchas y dejamos lo no imprescindible en un rincón de la entrada, nadie sabía lo que podíamos encontrarnos dentro de la cueva, ya fuesen monstruos, enemigos o tesoros, así que lo mejor era llevar apenas las armas, cuerdas y unos grandes sacos vacíos.

Ertrig como siempre iba el primero, era un gran rastreador y el mejor encontrando y desactivando trampas, tras él iba yo y detrás mío tu padre, Dagas y Börgull cerraban el grupo. Los dos trolls y la humana quedaron haciendo guardia con los petates. Me pregunto que habrá sido de ellos...

- La mirada del orco se perdió por unos instantes vagabundeando por la ventana de la choza- Una vez dentro pasamos algún tiempo bajando por túneles y salas en las que la única vida que encontramos fueron algunos insectos, hasta que llegamos a una gran sala con las paredes lisas, y unas escaleras que bajaban en la punta contraría, oíamos rumores de repiqueteos y gruñidos más adelante pero nos fue imposible conocer cómo de lejos estaban debido al eco de la caverna.

Nos preparamos arma en ristre a adentrarnos en la sala y nos acercamos con cuidado a las escaleras, lo que vimos al otro lado hizo q1ue nos diese un vuelco al corazón, las paredes estaban destrozadas y lo que parecía una antigua sala de reuniones estaba casi destruida. La arquitectura del lugar era claramente enana, y todos nos miramos ya que sabíamos lo que nos podíamos encontrar delante: Enanos Negros, una de las razas más destructivas y desalmadas de todo Azeroth.
Tras un tiempo esperando a que parasen los ruidos, nos adentramos más en aquel lugar, era una antigua fortificación enana cavada en la misma montaña, parecía que habíamos entrado por una antigua entrada secreta oculta a los ojos curiosos, los pocos muebles que quedaban ardían en hogueras que iluminaban tenebrosamente algunas de las salas. Llegamos a una sala enorme, del tamaño de un poblado, no llegábamos a ver el final por mucho que nos esforzásemos. Nos dispusimos a avanzar con cuidado, cuando una voz de alarma a pocos metros de distancia nos indicó que nos habían descubierto.

Intentamos correr hacia la puerta por la que habíamos entrado para intentar tener un flanco cubierto, pero una patrulla de enanos la cerró con un enorme portón y se puso delante de ella defendiéndola, otros pequeños grupos salían de todas partes y nos atacaban, nos defendimos con uñas y dientes mientras avanzábamos por la sala sin tener muy claro nuestro destino, pero cualquier lugar era mejor que donde nos encontrábamos en ese momento. Aún siento el cansancio en mis hombros y mis brazos recordando aquel día, la lucha parecía interminable, no paraban de aparecer enanos por todos lados, gracias a los ancestros no usaron contra nosotros ningún tipo de arma a distancia o magia, pues si no, ahora mismo no te estaría contando esta historia. Después de unos larguísimos minutos de lucha llegamos a lo que parecía una puerta cerrada pero más débil que el resto, así que Ertrig cargó contra ella con todo su peso y la puerta cedió.

Nos apresuramos a entrar y cerramos la puerta con todo lo que nos encontrábamos en la habitación, sabíamos que no aguantaría mucho pero necesitábamos algo de tiempo para intentar recuperar algo de aliento. Cuando Ertrig se quedó blanco como la piedra, el resto nos fijamos en él y seguimos con la mirada el destino de su mirada pétrea, era una antigua tumba enana con la estatua de lo que parecía un señor enano. El féretro de mármol negro tenía inscripciones rúnicas a su alrededor, y Ertrig las leía sin inmutarse de nuestros intentos por comunicarnos con él, parecía estar en algún extraño trance.

Los enanos no nos dejaban un respiro, intentando echar abajo la improvisada empalizada que habíamos creado. Mientras, tu padre encontró una salida en el lateral occidental de la habitación. No parábamos de gritar a Ertrig y no nos hacía ningún caso, hasta que al final habló.

- Es la tumba de Wölfgar, mi antepasado y creador de mi familia y mi clan, estaba perdido hace centenares de años...-

Nos quedamos de piedra, no podíamos creer lo que estábamos oyendo, habíamos oído esa historia decenas de veces en las noches al fuego del campamento. - Los golpes cada vez más fuertes contra la puerta nos sacaron del aturdimiento en el que nos habíamos sumido por unos segundos. Todos miramos a Ertrig que nos dijo que saliésemos y que le dejásemos sólo.

- No puedo seguiros, mi honor no me permite dejar atrás esta tumba para que esos saqueadores la destrocen y mancillen los restos de mis antepasados, este es el último adiós queridos amigos, ahora salid raudos de aquí y por favor avisad a mi clan de este hallazgo, que vuestras hojas nunca se oxiden-

Dijo esto mientras dejaba caer su martillo en el suelo para ajustarse de nuevo todas las piezas de armadura y ponerse el casco. Intentamos replicarle y hacerle entrar en razón pero tenía la mirada fija en la puerta y no parecía oir nuestras arengas, nos alejamos y con cada paso que dábamos notábamos romperse una parte de nuestra propia alma, Tu padre iba en cabeza y sin previo aviso se paró en seco y se giró hacia nosotros.

-No podemos dejarle así- dijo mientras se abría paso a empujones hacia la estancia, nadie dijo nada, simplemente le seguimos. A medida que nos acercábamos de nuevo el atronador sonido del fragor de la batalla nos inundó, lo que vimos al llegar fue algo que jamás olvidaré. Ertrig estaba batallando a más de 50 enanos negros, y no conseguían hacerle retroceder, a cada segundo que pasaba más y más enanos aparecían en la estancia, el caudal de enemigos no parecía tener fin.

Un aura dorada y roja rodeaba el cuerpo de Ertrig, su martillo de guerra parecía brillar con luz propia y con cada golpe mortal que asestaba parecía que brillaba aún más. Parecía estar sumido en un frenesí terrible en el que nada podían hacer por detenerle por muchas heridas que le infligiesen, estábamos paralizados ante la escena que presenciábamos. Todos notamos como su conciencia entró en contacto con la nuestra. Su voz era calmada y solemne.

“No deis vuestra vida por mi compañeros, ya que esta es mi lucha personal y la muerte ya me ha encontrado en esta sala, aquí en la tumba de mis ancestros mi alma ha abandonado mi cuerpo luchando defendiendo el honor de mi familia, pero mi cuerpo no desfallecerá y caerá al suelo inerte hasta que ningún enemigo quede para enfrentarse a él. Habéis sido compañeros, héroes, y grandes amigos, muero tranquilo sabiendo que he pasado mis últimos años de vida junto a tan grandes hermanos de sangre. Mi honor y el de mi familia están a salvo con vosotros.

Se que las guerras, las disputas y los años os separarán o incluso os enfrentarán, pero es en esos días cuando debéis recordar lo que hemos vivido juntos. No derrameis la sangre de otro a la ligera, defended vuestro honor y el de vuestro pueblo, y cuando llegue vuestra hora os estaré esperando al otro lado para buscar los tesoros del más allá. Ahora partid hermanos, partid en paz...”

Salimos de la sala con los ojos enjugados en lágrimas y en silencio. Al llegar a la salida intentamos reuinirnos con el resto de compañeros pero no aparecieron por ninguna parte, nadie comentó nada de lo que habíamos vivido. Partimos en dirección a su tierra natal donde entregamos las noticias a su familia, ellos nos lo agradecieron y parecian estar más orgullosos que dolidos por la muerte de Ertrig. Tras esto cada uno siguió su viaje por su lado. En nuestro caso tu padre y yo volvimos aquí y al llegar creamos la tumba de Ertrig como si fuese un miembro de nuestra propia familia. Por eso, querido sobrino, es por eso por lo que la tumba de un enano emerge sólida y brillante entre las de nuestros camaradas...

4 comentarios:

Tikitakaa dijo...

:O

HE GANAO!!!

Ahora me toca a mi hacer un concurso!!! :)

airgyl dijo...

gratz Tiki!

Anónimo dijo...

¡Felicidades Tikitakaa! :D

airgyl dijo...

anda, publica el segundo y tercer puesto, que así tenemos un ratito pa entretenernos, que tanto currar no pué ser bueno ^^