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miércoles, 18 de marzo de 2009

Me muero por contarlo: 2º clasificado

Os dejo a continuación el 2º clasificado del concurso de relatos del aniversario del blog.


Pesadillas en Karazhan de Krohenen

El sol ya se estaba colando por entre los picos de las montañas del Paso de la Muerte cuando una figura se dibujó en el cielo de aquel amanecer. El anciano archimago puso la mano sobre su frente despejada a modo de visera mientras contemplaba como el paladín enano que había llamado días atrás se aproximaba montando sobre un imponente grifo de batalla. Cuando la bestia aterrizó, su amo se desmontó ágilmente a pesar de la armadura de placas brillantes que llevaba y se acercó al mago de Dalaran.

-Que la Luz sea contigo, archimago Alturus. He venido en cuanto me llegó su carta.

-Te doy las gracias, Lord Landsverk. Me alegro mucho de veros, ya que no hay mejor persona que vos para encargaros de tal tarea.

-Me imagino de que se puede tratar, contando que es la torre de Karazhan la que os quita el sueño. No me imagino la cantidad de indescriptibles horrores que habrán tras sus muros desde que el Guardián abandonó su torre.

-Por eso os he llamado. Dalaran se sentía curiosa ante el destino de la morada de Medivh, ya que últimamente han acaecido sucesos muy extraños. Hace un tiempo enviamos a tres expertos magos a investigar su interior y todavía no han vuelto, por lo que no se me ocurrió otra cosa que pedir vuestra ayuda, mi señor.

-No temáis sabio anciano. Entraré en la torre y descubriré que mal aguarda en su interior- dijo el paladín mientras abría la verja de entrada y se sumergió en la oscuridad de la torre, seguido con la mirada del archimago hasta que le perdió de vista.

Nada más entrar le inundó la atmósfera cargada y pesada del ambiente, el sitio llevaba largos años enclaustrado y se hacía difícil respirar. Landsverk se rascó la barba mientras contemplaba la arquitectura y la decoración de aspecto lúgubre y se colocó el yelmo alado sobre su testa mientras desenfundaba su martillo, no sabía que podía aguardarle.

-Disculpe pero no se permiten armas dentro de la torre mi señor, si me la deja se la guardare durante su estancia.- dijo una voz siniestra a su espalda. El enano se giró y vio ante él un hombre vestido con elegantes ropajes, como vestiría el mayordomo del lugar.

-Soy Moroes, el ayudante de cámara de mi amo Medivh. Él mismo espera que su estancia aquí sea lo más placentera posible... y duradera.- dijo mientras su rostro se iba deteriorando y transformándose en una máscara de muerte.

El paladín acto seguido descargó un golpe contra aquel ser, pero en el momento del impacto, se esfumó como por arte de magia. “Pronto pertenecerá a Karazhan, como el resto”, la voz cavernosa de Moroes resonó en los muros del castillo mientras se carcajeaba. Landsverk movió su cabeza protegida para despejarse y siguió avanzando por el pasillo. A medida que iba avanzando comenzó a oír un clavicordio y poco antes de llegar a unas escaleras vio los establos del castillo donde un caballero enfundado en una terrible armadura rojo sangre se paseaba, entonces divisó al paladín.

-¿Cómo? ¡Pero que ven mis ojos! Una presa nueva para Attumen; rápido, traedme a Nocturno. ¡Hoy disfrutaremos de una buena cacería!- prorrumpió con un deleite de satisfacción mientras se adentraba en las caballerizas.

Landsverk optó por evitar el combate contra aquel ser y subió las escaleras raudo siguiendo el camino del cual provenía la música hasta que llegó a un salón de baile atestado de bailarines fantasmagóricos. Ni siquiera se dieron cuenta de su llegada, cuando se cruzó en medio de varias parejas que le atravesaron mientras danzaban sin percatarse de su presencia. El paladín, asombrado ante tal espectáculo recorrió con la mirada la sala, quedándose embelesado con el espectáculo; la música poco a poco iba penetrando en su cabeza e incitándole a unirse a tal macabro espectáculo. La determinación y la razón imperaron sobre él y optó por seguir avanzando hasta que llegó a una bifurcación. Una de ellas llevaba a un teatro donde decenas de espectros contemplaban divertidos como una pobre alma infeliz disfrazada con una caperuza roja era perseguida por un hombre lobo, mientras que en el otro lado unas damas de aspecto lujurioso le tentaban y le hacían señas para que se acercase y disfrutase de sus placeres cuando una mujer colosal que patrullaba la zona le hizo cambiar de opinión y decidió atravesar una puerta tras otra evitando los horrores y la locura que se habían apoderado de la torre. Al final, llegó a una biblioteca, la más grande que había visto jamás; la cual estaba protegida por un enorme constructo que se paseaba entre las aberraciones arcanas que habían tomado la zona. El martillo de Landsverk fue dando buena cuenta de ellas, desterrándolas al plano mágico del que habían escapado. Aquella biblioteca era infinita, por más que ascendía solo veía estanterías y escaleras pero a medida que iba avanzando cada vez más notaba una presencia terrorífica, mucho más poderosa de la que había sentido en los espectros que habitaban en Karazhan. Entonces, al llegar a un tramo de la biblioteca fue cuando encontró al primer ser vivo que había visto en toda la torre. Era una mujer orca, vestida con un corpiño de cuero y una capucha que iba vagando como ida por la estancia. Cuando Landsverk se acercó a la mujer vio reflejado en sus ojos que ya poca cordura quedaba en aquella desdichada.

-Mujer, ¿qué haces aquí? ¿Cómo llegaste hasta este sitio y has sobrevivido a los horrores de la torre?-le inquirió el paladín sujetándola con ambas manos.

-La torre me necesita, me han prometido vivir eternamente, ellos no me dejan, vienen a buscarme, quieren llevarme como se llevaron a los otros. Él vendrá, él convocará el infierno y todo arderá. No debimos venir a saquear, no se puede robar el conocimiento, no se puede interferir en sus planes o él nos castigará con la no-muerte.

-¿Quién? ¿Quién es él? Medivh murió hace mucho, y esta presencia impía no es de él.

-Él no, insensato, me refiero al príncipe del caos, al señor de la muerte. ¡Malchezzar! ¡Malchezzar vendrá a por tu alma! ¡La Legión Ardiente se aproxima!- y diciendo aquello la mujer se libró de los brazos de Landsverk y corrió alejándose de él.

Cuando el enano amagó para ir tras ella un diablillo se abalanzó sobre la mujer y la atravesó repetidas veces con un cuchillo mientras repetía una y otra vez “¡Sangre para Terestian, sangre para Terestian!”. El paladín, lleno de ira cargó contra la bestezuela y descargó tal golpe sobre ella que la lanzó a la inmensidad del vacío mientras chillaba. Con todo aquel alboroto, decenas de espíritus comenzaron a acechar a Landsverk desde todos los flancos; entre aquel tumulto divisó a un anciano mago que le resultó algo conocido y le seguían otros tres, probablemente los pobres desdichados que habían venido desde Dalaran. Cuando los espectros se abalanzaron sobre él mientras le susurraban que se uniese a ellos, el paladín convocó los poderes de la Luz en una nova sagrada que repelió momentáneamente a sus enemigos y les aturdió; entonces corrió buscando una salida hasta que divisó una balconada protegida por un cristal, el cuál rompió saltando contra él. Cuando salió al exterior, buscó incesantemente su grifo, que planeaba alrededor de la torre y lo llamó con un silbido. La bestia, viendo que su amo estaba en peligro acudió rauda y llegó en el momento justo en el que el enano saltaba al vacío desde el balcón para evitar las decrépitas manos que trataban de arrebatar su alma. Landsverk miró atrás para ver si había alguien sin resultado por lo que dirigió el grifo hasta el punto donde el archimago Alturus le esperaba sentado, en el exterior ya había anochecido aunque tenía la sensación de haber estado allí solo un par de horas.

-Gracias a la Luz, seguís vivo; ya me temía lo peor. ¿Y bien?- preguntó impaciente el anciano.

-Hacéis bien en temer lo peor mi señor pues se trata de nada menos que la Legión Ardiente.-y le contó todo al cada vez mas aterrado mago- Si no hacemos nada pronto estaremos perdidos. Para empezar deberíais buscaos un buen grupo de aventureros que no tengan miedo a nada. No contéis conmigo ya que no pienso volver a entrar en esa torre nunca más. Al menos no solo.-dijo mientras sonreía para calmar al archimago, aunque los horrores de Karazhan no se irían nunca de su mente.

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